PASO A LA INMORTALIDAD DE JOSÉ DE SAN MARTÍN  

Bastaría con revisar la cantidad de calles, avenidas, plazas, parques, pueblos, municipios, monumentos y edificios públicos que llevan por nombre “Del Libertador” o directamente “San Martín”, para aproximarnos a la magnitud de la figura que recordamos el 17 de agosto. Agreguemos que la ciudad de Yapeyú, en Corrientes, probablemente no sería tan famosa, si nuestro homenajeado hubiera nacido en cualquier otro lugar. Si además tenemos en cuenta que uno de los apelativos que usamos con más frecuencia para referirnos a él es “el padre de la Patria” contamos con una cantidad suficiente de datos para colocarlo en la cima de nuestro panteón nacional.  

Es difícil decir cualquier cosa sobre José de San Martín sin hacer referencia a sus grandes acciones durante las guerras de independencia latinoamericana. A saber: el encuentro con Manuel Belgrano en Yatasto, el cruce de los Andes, el combate de San Lorenzo, las batallas de Chacabuco, Maipú y Cancha Rayada, la Campaña del Perú o la mítica reunión en Guayaquil con Simón Bolívar. Haremos un esfuerzo y tomaremos un dato relativamente marginal para ejercitar la reflexión y la memoria.

De sus 72 años de vida, sólo 18 los pasó en América: sus primeros 6 y desde sus 32 hasta sus 44. Todo el resto, lo vivió en Europa y un poco en África. Únicamente un 25% de su vida transcurrió acá.

Un/a observador/a apresurado/a concluiría de ese dato fáctico cierta falta de pertenencia nacional de nuestro máximo prócer (lo han acusado, ridículamente, de agente inglés). Pasa con Borges por haber muerto en Ginebra, con Cortázar por su nacimiento en Bruselas y muerte en París y con Messi por no haber jugado en Newell’s. Lejos de esa interpretación, elegimos reivindicar el dato. Nada obligaba a José de San Martín a pedir su retiro en el ejército español, tomarse un barco y ofrecerse como militar en las guerras de independencia latinoamericanas, ante Juntas de Gobierno claramente conservadoras. Nada hubiera sido más sencillo para él que seguir con su exitosa carrera militar europea. Hay algo en la inconveniencia de sus decisiones que en lugar de cuestionarlo, lo engrandecen. Algo bueno debe haber en las elecciones incómodas y poco convenientes.  

Esta vez, la cantidad de producciones culturales que recuperan y representan la figura de San Martín es muy grande y de calidad. Por eso, el trabajo no consiste tanto en buscarlas sino en elegirlas. Nos decidimos por las siguientes:

  • José de San Martín: caballero del principio al fin (Adela Basch, 2003): una obra de teatro desopilante de las que nos tiene acostumbrados/as la autora. Por una cuestión de derechos de autor, no la compartiremos por este medio, pero en caso de que les interese, nos avisan: está disponible en la biblioteca del nivel primario. Siempre vale la pena leer a Adela Basch con los/as mas chicos/as.
  • El santo de la espada (Leopoldo Torre Nilsson, 1970): ya la hemos mencionado, pero no la podemos evitar en esta fecha. Alfredo Alcón, Evangelina Salazar, Lautaro Murúa y Ana María Picchio como elenco principal. Para verla una y otra vez. 
  • Revolución: el cruce de los Andes (Leandro Ipiña, 2010): la actuación de Rodrigo de la Serna merece que dediquemos nuestro tiempo a ver esta película. Está en Prime Video, pero también hay versiones completas gratuitas en YouTube. 
  • Himno al General San Martín (Abel Pintos, 2023): impecable interpretación de Abel Pintos en el Teatro Colón del Himno a San Martín. Una composición clásica, pero en una versión aggiornada. Recomendable.

Será un lugar común, pero no podemos cerrar este texto sin citar la frase más célebre de nuestro homenajeado: “Seamos libres, que lo demás no importa nada. La muerte es preferible a una vida de esclavitud”. Esa misma conocida y repetida frase, aunque pase el tiempo, nos sigue interpelando. Nuestra propuesta es recuperarla para que la libertad nunca sea un significado fijo, definitivo o tomado por algún sector social. Deseamos que siempre funcione como un significante a significar, en constante tensión y disputa. «El signo es la arena de la lucha de clases», decía Valentin Voloshinov.

¡Viva la Patria! ¡Viva Don José de San Martín! ¡Viva la independencia nacional!

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